domingo, 22 de mayo de 2016

Carta a una mueca (original)

Carta a una mueca 

Para vos, que estás en algún lado (espero que sonriendo)…

No se como comenzar a explicarte lo que quiero decirte, es más, no sé si alguna vez me anime a que leas esto, lo mas probable es que no…

Vamos a hacerlo de la forma mas fácil que se me ocurre, la misma que utilizo para contarle esta historia a todas las personas merecedoras de mi confianza.

¿Alguna vez te pasó no tener plena conciencia de algo hasta que alguien lo nombra? Bueno es así. Así como cuando alguien te dice que quiere determinada raza de perro, te muestra una foto  y de repente todos los perros que cruzas en la calle son de esa raza.

Así fue, así de fácil. Solo hizo falta ese día, ese momento, esa hora. Y podría decirte exactamente que día, en que momento y a que hora, pero prefiero no hacerlo. Lo importante no es eso.

Lo importante es que bastó con que alguien dijera tu nombre en voz alta para que se quedara clavado en mi mente, para que rodara en mis pensamientos y resonara cada pocos segundos. Fue suficiente voltearme, buscarte con la mirada y encontrarme con ese pequeño detalle.
Y el detalle era la vergüenza, porque se nota a kilómetros de distancia que no te gusta la atención; pero lo mejor de todo es tu mecanismo de defensa ante la vergüenza. Esa pequeña, casi imperceptible: sonrisa. Prácticamente como droga.

Exacto, solo hizo falta esa secuencia de segundos para que me obsesionara eternamente con tu sonrisa. Porque no eran otras, era esa, la tuya.

Me gustaba pensar que progresivamente, como con los perritos, comencé a encontrarte en todos lados. Pero no, ahora sé que era yo. Yo que, como buena obsesiva que soy, dediqué mucho tiempo a buscarte en silencio. Jugaba a encontrarte y que no te des cuenta, a robarte las sonrisas que le regalabas a los demás y creerme que eran mías.

No había nada más divertido que esperar a que aparezcas en alguna esquina y sonrías. Nada mejor que encontrarte de golpe, cuando no te buscaba, y que te estés riendo.  Me he cansado de intentar describir la forma de tu sonrisa, así que voy a comparar la experiencia con una montaña rusa. Todas esas vueltas, en un solo gesto.

Después todo se me fue de las manos. Le conté a un par de personas y se fue un poco la magia de encontrarte. Te diste cuenta de que te robaba las sonrisas y le contaste a demasiada gente, no te culpo. Pero, esa gente comenzó a mirarme raro. Así que al final intenté evitar buscarte. Fracasé. Pero el destino, muy sabio, me obligo a no cruzarte de nuevo. 

Y desde entonces solo pienso que debería haberte dicho esto.

Si, en realidad eso era lo importante de está historia. Que sepas que tu sonrisa es preciosa, aunque tengo la sensación de que no te gusta. Es más, seguramente mientras leas esto te de vergüenza, y te sonrías; y yo espero que alguien te esté robando esa sonrisa, que debería ser mía. 

Espero encontrarme más personas como vos, que con sus sonrisas ocultas sean capaces de iluminar los días más oscuros.


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Esta carta la escribí para un trabajo de la carrera, pero me gustó tanto la forma en que conseguí plasmar lo que sentía que decidí compartirla. Realmente me costó mucho expresar lo que esa mueca significaba para mi, pero creo que con esta carta queda claro. Su sonrisa, para mi, era el universo entero. 
No me molestaría si alguien quisiera dedicarle esta carta a su sonrisa, a esa sonrisa que estas tan acostumbrado/a a robar que ya te creciste que es tuya. Solamente pido que no se olviden de decir que el texto es mío, y comentarme como les fue. 
También me gustaría saber si tienen alguien a quien le roben sonrisas, directa o indirectamente. 
(Estoy muy copada con el tema de las sonrisas robadas, así que quizás escriba un poco sobre eso más adelante.)

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